Smells like shit

     A mediados del 2012, en plenas facultades mentales, y sobre todo físicas, me inscribí junto a unos amigos corredores a una de las carreras populares más importantes de este país. Se celebra cada año en noviembre y tiene un recorrido de 20 Km, el que separa Behobia de Donosti. 

     Por aquel entonces me encontraba en un momento de forma envidiable. Tanto que el mismo lunes de esa semana me pegué un entreno de 18 Km, el domingo la Behobia y el jueves siguiente otro entreno de 15 km (esta vez en Melilla), casi nada... Eso, unido al incentivo que le supone a un corredor popular incribirse a carreras fuera de su lugar de residencia habitual y encima con un grupo de amigos, hicieron que me inscribiera sin pensarlo dos veces.

     Pero ya le dedicaré una entrada completa a la Behobia, que tiene entidad suficiente para ello, y ahora no me quiero despistar.

Esta frase puede leerse encabezando la web de esta carrera:    

     «En la Behobia vas a sentir emociones que seguramente no has experimentado en otras carreras.»

No les falta razón.

     El día de la carrera me levanté -metódicamente- con tiempo de sobra para poder pegarme una ducha, preparar mi ropa de carrera, ponerme el dorsal y desayunar para coger fuerzas y cargar pilas. Sólo me faltó cagar defecar. No le di demasiada importancia. Al fin y al cabo lo había hecho la noche anterior. Pero claro, pasadas unas dos horas, cuando acabábamos de llegar al punto de partida, me vinieron la ganas. Será una tontería, pero los amantes del Running a veces nos ponemos nerviosos antes de una carrera.

     En un sitio tan lluvioso como era Behobia en aquel momento y sin un bar abierto a la vista, una letrina de la organización de carrera parecía la mejor opción.

     Cagar en un váter químico es una de esas experiencias difíciles de superar, sensorialmente hablando. 

     ¿Os ha ocurrido eso de pasar a un baño fuera de casa, justo detrás de que otra persona dejara sus deposiciones? A mi me ha pasado incluso entrando cinco minutos después de haber salido del mio, he pensado: «Esta mierda no puede ser mía» o «Esta persona debe estar enferma. Vaya olor».

     No resulta agradable, ¿verdad? Pues imaginad que, en vez de una persona, hubieran sido unos 30 sucios corredores, que no han tirado de la cadena (en los w.c. químicos no la hay) y que únicamente se han molestado en tapar su cagao con una hoja de periódico. El hedor casi se podía masticar, literalmente.

     Decidir que en ese momento quería estar ahí voluntariamente fue la primera barrera psicológica que tuve que superar en la Behobia... (Pero lo conseguí!!!)


     Pero no hace falta cruzar el país y pasarlas tan canutas como yo hacer dos años para volver a sentir la misma sensación incómoda. Basta con sintonizar Telecinco y ver cómo promocionan el hashtag #YoVeoSalvame para volver a oler a mierda ajena desde el sofá de casa.

     Parece increíble que un país serio, como pretenden calificar al nuestro, tarde tantísimo tiempo en darse cuenta de que esa basura que únicamente se dedica a subvencionar gentuza que se insulta, grita, veja y ridiculiza entre sí -y a los demás- a diario, y en horario ultra protegido -debido a la potencial audiencia infantil entre las 17h y las 20h- no nos conviene. 

     Otra cosa distinta es que nos lo merezcamos, pero ojalá por una vez este país demuestre algo de criterio y se lo carguen fulminantemente de la parrilla televisiva. O que lo pongan de madrugada, y así quitan a los del timo de la SGAE.

     Sin embargo, y como por arte de magia, a veces la inmundicia la encontramos a la puerta de casa.

Baaazuraaa!!
Basura navideña

     Así amanecíamos en Navidad. Casi nada. Y nos lo queríamos perder.

    Y es que en nuestra Lotería particular, los ciudadanos de Parla nos hemos visto agraciados en los últimos tiempos con un tranvía que no nos podemos permitir, un alcalde presuntamente "corruto" y lo que parece ser una huelga de basuras encubierta en una queja por la demoras en el pago que nuestro querido Ayto. mantiene con sus proveedores. 

      Vamos a cambiar el dicho; En vez del ultra famoso «A Parla, a mamarla» podremos decir «A Parla, a limpiarla». Mejor nos iría, sin duda.

    Y es que, por mucho que nos empeñemos, no es necesario hacer 600 Km. para oler la mierda ajena. Basta con bajar un rato a la calle -o encender la caja tonta-, tomar aire y disfrutar.

Saaaaaaalvaaaaaameeee!!!
Saaaaaaalvaaaaaameeee!!!


Palabra de Menda.





Ladrones de cobre

     La del 14 de Agosto de 2014 debía ser la noche de Mahiedine Mekhissi-Benabbad. Llevaba todo un año entrenando y compitiendo al máximo nivel y sabía que ganaría de calle -sin ánimo de restar ni un ápice de su esfuerzo- la Final de los 3.000 metros obstáculos que se celebraba en Zurich. Sería su tercer título europeo consecutivo de la prueba y le coronaría como el rey de esa distancia en el Viejo Continente.

     La final estaba siendo muy reñida, pero quedó sentenciada a falta de los últimos 300 metros cuando el francés dio un puñetazo en la mesa y, tal y como hacen los verdaderos campeones: Dio el resto en un sprint demente y dejó secos al resto de lo que deberíamos llamar 'sus rivales', que nada pudieron hacer salvo comprobar cómo el titán de metro noventa se alejaba cada vez más.

     Viéndose campeón por tantos metros de ventaja, a Mekhissi le cegaron las ganas de celebración y le embargó la locura: Se despojó de su camiseta -dorsal incluido- y terminó la carrera con el torso al aire, arengando al público a animarle durante el último obstáculo y las últimas zancadas hacia la gloria. 

     Por detrás llegaron otro compatriota, un polaco (de Polonia) y el español Ángel Mullera, que, incapaz de alcanzar al tercero, vaticinó que se iba a comer en el vestuario la medalla de chocolate. Amarga consolación al cuarto clasificado.

El desenfoque indica la distancia del objeto principal
El desenfoque atestigua la distancia del gabacho con el resto de corredores

     El gesto de Mekhissi fue malentendido tanto por los comentaristas españoles como por nuestra amada Federación, tildándolo de despreciativo para con el resto de rivales, por lo que denunciaron la actuación del francés. Horas después, fue despojado de su merecida medalla tras proceder a su descalificación.

     De acuerdo. Han descalificado al campeón y nuestro representante, que entró cuarto, finalmente sube al podio a recoger un bronce que no le pertenece. Todo son risas hasta la entrega de medallas. El otro francés, ahora ganador, baja del cajón más alto para fotografiarse con el polaco, que logró subir al segundo peldaño. Pero piensa que el polaco ha merecido ese segundo puesto. Y le parece una idea estupenda inmortalizar ese momento haciéndose una foto juntos.

     Y Mullera se queda solo, con el chándal de la selección, mirando al vacío infinito. Sin terminar de creerse asistente merecedero a esta fiesta, a la que nunca debió estar invitado. Quiero imaginarme que por la cabeza le ronda lo mismo que a mi el domingo 15 de Diciembre, a las 7 de la mañana, en mallas corriendo la Media Maratón de Villaverde: "¿Qué coño hago yo aquí?". 

     Otra ocasión que hemos aprovechado para hacer el ridículo como país.

Alone in the podium
Alone in the Podium

     Y es que no parece justo ni apropiado que esté acompañando a los campeones. Porque lo que no se gana en la pista de atletismo, no debería robarse en los despachos, ni en laboratorios. Porque si los jueces estimaron oportuno descalificar a Mekhissi deberían haber dejado vacío el peldaño más alto del podio y no haber movido las posiciones de los que venían detrás.

     Porque la victoria de Mekhissi fue incontestable, mítica. Como la de Fermín Cacho en los 1.500 m. de Barcelona'92 si me apuran:



     ¿Qué quieren que les diga, que el señor Mekhissi-Benabbad es un sobrado? Ciertamente, y a la vista del tiempo que registró y lo bien que aparentaba estar físicamente en meta, iba sobrado. Era su carrera, así como lo era su celebración. No veo nada ofensivo en que la euforia tome las riendas de una celebración, anticipada pero, y a las pruebas me remito, más que merecida y asegurada.

     Quizá podría tacharse el gesto de soberbio, pero no era eso lo que se juzgaba en Zurich, sino al atleta más veloz en una de las disciplinas más duras del atletismo -3000 m. combinados con saltos de vallas y fosos llenos de agua-.

     Otros deportistas han mostrado en el pasado un gesto parecido, sin que eso les supusiera ningún tipo de sanción, aparte de que todo el mundo se percatara de lo gilipollas que son:

Porque yo lo valgo
La humildad personificada

     Que sí, que vale. Que ahora los medios nos han inundado de lo malísima persona que debe ser el gabacho como para llegar a las manos con un compatriota, o menospreciar y empujar a una niña de 14 años disfrazada de mascota en Helsinki 2012, o en Barcelona 2010:



     Pero vaya, que esta persona nos ha demostrado que puede ser capaz de lo peor y de lo mejor. Vean cómo celebró su plata en el 3000 de los últimos JJOO (ojo, imágenes muy agradables y olímpicamente correctas):



     Y es que a lo mejor el señor Mekhissi-Benabbad no es tan malo como nos quieren hacer pensar. Y a lo mejor la RFEA no siempre ha defendido a Mullera... ¿Recuerdan su marca en los 3000 m. de los últimos Juegos Olímpicos? No se preocupen, ni ustedes ni nadie. No estuvo. Y no es que anduviera lesionado ni diera la mínima olímpica. La Federación, esa misma que hace pocos días denunció la actitud del francés, provocando su descalificación, le dio una patada en la boca del estómago no dejándole ir a competir.

     La historia, como todo lo que rodea a la Federación, huele a podrido. Días antes de los Juegos le dijeron que no le permitían competir aludiendo un supuesto  intercambio de correos electrónicos con un supuesto entrenador interesándose por algunas supuestas sustancias dopantes. Correos electrónicos sobre los que nunca se demostró su autoría, al parecer, y que ni siquiera eran recientes, sino del mes de Noviembre del año anterior. ¿Por qué recordaron esto a mediados de Junio y no le suspendieron de inmediato cuando ocurrió el supuesto intercambio de información?  Lo dicho, todo bastante turbio y con un pufo que tira de culo: En boca del propio Mullera: «Otros atletas manipularon las pruebas para implicarme en prácticas dopantes»

     Pero ¿qué es lo que podemos esperar de un organismo presidido desde el año 1989 por la misma persona? Que sea su cortijo, claro. J.M. Odriozola gestiona la Federación como si de su Comunidad de Vecinos se tratase. Los deportistas le califican tímidamente de mafioso, pero no levantan la voz, no sea que encima les quiten las subvenciones. Lo penoso es que en su reinado del miedo, vuelve una y otra vez a ser reelegido en cada votación. Ni siquiera el magnífico Martin Fiz y el grandísimo (más voluminoso que nunca) Fermín Cacho le pudieron plantar cara formando dúo en las últimas elecciones...

     Pero yo no me callo. Porque a mi la RFEA y Odriozola me la traen al pairo. Porque nunca voy a dejar de ser un 'runner' popular y a mis 34 no tengo nada que agradecerles, ni motivo para temerles. 

     Porque creo que en 25 años no han hecho otra cosa que contaminar nuestro atletismo profesional, y que cualquier empresa pequeña que organiza eventos o cualquier usuario de Twitter hacen más por este deporte que ellos, que no tienen por tarea diaria más que rascarse los huevos y trincar dinero de cada inscripción en una carrera popular cuál Sociedad General de Autores. Que no aportan nada al fomento de esta afición. ¿No les parece oportuno dudar de qué se está haciendo mal desde la Federación, para que cada vez el atletismo sea un deporte más popular y menos profesional? Sobre eso debería reflexionar el señor Odriozola.

    Porque sólo hablan cuando pueden trincar. Y porque cuando no les interesa se callan como putas lo que son. Porque cuando uno les apoya, como Marta Domínguez, es bueno y van a muerte con él, aunque haya más que indicios de que sea una jodida tramposa. Mientras que al que se rebela le dan matarile.

     Asco de Federación. Asco de corruptos. Sólo espero que la afición me dure lo bastante como para escribir el día que se haya acabado el reinado de terror del señor Odriozola.


Palabra de Menda.



La homeopatía, ¡vaya timo!

     Preparad un café. No hace falta que sea de Colombia, vale el del Carrefour Mercadona. Coged un cuentagotas. Diluid una gota de ese café y algo de azúcar en un litro de agua y agitad la mezcla. Volved a coger una gota de la mezcla y volved a diluir en otro litro de agua con azúcar. Así cientos de veces. Servíos una taza de la mezcla. Probablemente sepa mejor que el café del vending de la oficina. Raro sería que supiera a algo distinto que no fuera agua azucarada, ¿verdad? ¿Creéis que esa mezcla os ayudaría a combatir el insomnio? No se podría ser tan necio, ¿no? Entonces, ¿por qué se cree en la Homeopatía?

     La RAE -cuya web nunca había consultado tanto como en los últimos meses- define la homeopatía como el "Sistema curativo que aplica a las enfermedades, en dosis mínimas, las mismas sustancias que, en mayores cantidades, producirían al hombre sano síntomas iguales o parecidos a los que se trata de combatir."

     A mi, personalmente, llamarlo sistema curativo ya me sorprende y molesta. Y eso que no soy más que un simple informático; no soy médico, aunque mi padre insistiera durante mi infancia en que me convirtiera en uno. Lástima que mi cabezonería y mis pocas ganas de estudiar hayan impedido que trabaje enfundado en una bata blanca. Aunque siempre me podría abrir una churrería...

     Aquí se conoce como sistema métrico aquel que se utiliza para medir, habiendo probado su eficacia  y precisión con el paso del tiempo. Lo mismo ocurre con el sistema solar, cuya existencia se ha demostrado por medio de infinitos experimentos. Enumeraríamos el sistema nervioso, el sistema linfático, el sistema circulatorio... Alguien tan osado como Bill Gates incluso define algo como Windows® como un Sistema Operativo. Todos y cada uno de ellos basados en el conocimiento y probada utilidad, pero, ¿qué nos ha enseñado la Homeopatía, aparte ser un próspero y lucrativo negocio? Pues, que se puede distinguir un ciudadano ingenuo de otro que no lo es.

Bill Gates!
Bill Gates!

     No estoy de acuerdo con la RAE (para variar). La Homeopatía es una patraña. Ni es sistemática  ni curativa. "Es que a mi el Gelsemium sempervirens me ayuda a dormir." Oiga, no le provocará insomnio, pero ayudarle, ayudarle, tampoco le ayudará. Sino mire el prospecto, a ver cuál es su composición. Ah, que no viene... Y es que este es uno de los grandes timos de la Homeopatía, que ni siquiera te cuentan lo que llevan, para que no te sientas tan estúpido al para pagar 50 eurazos por una caja de gominolas. Y es que es imposible su primera premisa, esa de que lo igual cura lo igual. Entonces, ¿cuál sería el mejor remedio contra la gonorrea, irse de picos pardos sin condones?

     ¿Qué ocurre si me tomo una caja entera de tranquilizantes? Pues te pasa lo que a Michael Jackson, que al día siguiente no criticas con los colegas en el bar el nefasto Mundial que nos hemos marcado en Brasil, pero, ¿ocurre algo si te tomas un trozo de un tranquilizante diluido en una piscina de agua? Probablemente no, aparte de unas ganas increíbles de orinar.

     Tampoco consiento que se le llame "Medicina Alternativa". No sea usté bromista, al igual que no hay una "Arquitectura Alternativa" que se dedique a construir de otra forma puentes y carreteras por las que circulemos con nuestros vehículos, tomarle el pelo al ingenuo no debería considerarse sanarle.

     Y no es que me sitúe a favor de las farmacéuticas, que también tienen lo suyo y puede que le dedique un "palito" en el futuro, pero al menos invierten lo suyo en investigación. Nadie negará que se gastan una millonada en experimentos. A veces incluso sin animales. La mayor inversión que se les conoce a los de los timos homeopáticos es en licencias de photoshop y en diseño de sus preciosas cajitas, porque, investigación y pruebas que demuestren su eficacia, como lo hacen los medicamentos de verdad, no parecen gastarse ni un duro.

     De las cosas más graciosas que promulgan los homeópatas es que el agua tiene memoria. ¡Tócate los cojones Mari Loles! O sea, que la que tuvo, retuvo.

     Si yo me bajo a la piscina de la urbanización y me hago pis -cosa que nunca ha pasado-, cuando vuelvo a casa y cojo un vaso de agua del grifo ¿el agua se habrá quedado con mi chorra cara y me sabrá a pis, para que otro día me lo piense dos veces? Venga hombre. Lo mismo pasaría con las estaciones potabilizadoras en ese caso, estamos perdiendo millones de € cuando realmente nos estamos bebiendo nuestras propias heces. Y no hablemos de pedir en un restaurante una carísima botella de agua noruega: "Está que te cagas", decían los clientes.

Estación potabilizadora
Potabilizar el agua: ¡Vaya timo!

     Otro de los argumentos a favor es el: "A mi me funciona". Pero que mi vecino me diga que a él le funciona algo no le otorga valor universal. Y es que está más que demostrado que la Homeopatía no pasa del efecto placebo. Y todos sabemos que cuando algo es considerado placebo pierde eficacia. Nada mejor en este caso que un doble ciego y se estarán acercando a la objetividad y rigor científicos necesarios para hacer una afirmación tal.

     No me extenderé mucho más. Adjunto os enlazo uno de los mejores documentales sobre el timo homeopático que he encontrado. Extraído de la serie "Escépticos" de Luis Alfonso Gámez


     Pero, ojito, tómense en serio a la Homeopatía. ¿Saben cuántas farmacias hay en España? 21.458, en cifras del Colegio de Farmacéuticos del año 2012. ¿Saben cuántas venden productos homeopáticos? Todas, menos una, la Farmacia Rialto, en Gran Vía. Y es que no tiene sentido que gente con una educación superior basada en la Ciencia venda homeopatía. ¿Por qué no venden estampitas de santos con un rezo para bajar el colesterol, en vez de recetar Danacol (o dieta sana, en su defecto)? Money, money, claro. Y es que ya saben que en este país eso de "maricón el último" nos lo tomamos al pie de la letra.

    ¿Saben qué me fastidia, y mucho? Pues que uno de los mayores productores mundiales de guarradas homeopáticas sea una empresa francesa llamada Boiron. Jodidos gabachos. Nunca fueron de fiar.

   Lean, lean. Puede que no recordemos mucho de las clases de Ciencias, pero espero que todavía sepamos cómo se unían sílabas para entender una frase: La Homeopatía ¡vaya timo!

    Lo realmente peligroso es lo que le pasó a un tipo que demostró ser tan listo y visionario como Steve Jobs, el fundador de Apple. Y es que parece que el señor Jobs en vez de intentar curarse un cáncer de páncreas con cirugía y quimioterapia lo intentó a base de zumo de mango. Para mango la cara que se le tuvo que quedar al final. Descanse en paz, genio.

   Háganme caso. No dejen de visitar a su médico y seguir sus pautas de medicación. Luego ya, si aparte les sobra dinerito y lo quieren gastar en gominolas, acupuntura, bayas de goji o preguntarle a Sandro Rey, háganlo, pero sólo si realmente les funciona.

Palabra de Menda.



Flipao al acecho

     "De pequeño siempre fui un niño gordito. A los quince años lo seguía siendo. En mis veinte estaba hecho un fanegas. Me costó acercarme a los treinta palos para pegar definitivamente el estirón."

     Esta cita no es de nadie, sino mía. La afición a practicar deporte regularmente y a comer menos bollería industrial me vino tardía, ¡pero con qué ganas la cogí! Un día cualquiera me puse a correr y ya no pude parar. Sospecho que me bautizaran como el Forrest Gump de Parla, si es que no me lo llamaban con anterioridad.

     Mi historia comenzó, como casi todo lo bueno, bebiendo cerveza en la terraza de un bar. De uno situado dentro de un gimnasio de Madrid, para ser más exactos. Uno de mis mejores amigos se había marcado la que para mi era la machada de su vida sobreviviendo a la Maratón de Madrid. 

  En este momento permítanme hacer un inciso: NO TODAS LAS CARRERAS POPULARES SON MARATONES. Sirva esta pequeña guía para llenar su dosis de conocimiento diaria.

    La medida estándar para una carrera popular son 10 Km (ó 10.000 m, si recuerdan la tabla de conversión del sistema métrico decimal). Algunos valientes se atreven a dar el salto a los algo más de 21 Km. (21.097 m) que plantea una Media Maratón. 

       La Maratón se reserva para los más osados: Cuarenta y dos mil ciento noventa y cinco metros. Ni uno más, ni uno menos. Redondeando, 42 Km., uno detrás de otro. Tenga el ávido lector presente que cada domingo ni se puede organizar ni se corre una Maratón. Supone un esfuerzo extraordinario de organización (decenas de calles cortadas, presencia policial, avituallamientos...) y deportivo también. Una Maratón no la corre cualquiera. Una Maratón no la acaba cualquiera. Señores, un poquito de por favor.

Como decía el gilipollas de Alejandro Sanz, no es lo mismo
Como decía Alejandro Sanz, no es lo mismo

     Acabado el momento reivindicativo, prosigo.

    El caso es que su heroicidad sumada a la cantidad de alcohol en sangre me hizo plantearme qué tal vez debería experimentar eso de salir a correr. Y vaya si lo hice. Y es que al principio es fácil emocionarse. La mejora que tu cuerpo experimenta durante las primeras semanas es espectacular.
Del clásico correr-andar-correr-vomitar en el parque que muchos sufren las primeras veces hasta correr 15, 30, 45 ó 60 minutos seguidos no pasa mucho tiempo.

     De ahí a emocionarse, va todo un trecho. Cuando corrí mi primer 10.000 me daba con un canto en los dientes si lo acababa. Lo hice, y además por debajo de la hora. Eché un vistazo a los tiempos "de los buenos" y en ese momento supe que nunca iba a ganar una carrera. Que el esfuerzo que me costó preparar la carrera  para mi había sido extraordinario, para luego obtener ese tiempo de lo más normalito. Que mi genética no era como la de los keniatas de primera fila. Que había gente mucho más preparada que yo y que las Olimpiadas mejor las veía por la tele. Enseguida caí en la cuenta de que debería  disfrutar corriendo de manera popular (batiendo mis propias marcas) que intentar subir a un podio. Claro, que yo no soy un flipao.

     Si algo he encontrado durante el tiempo que llevo corriendo han sido flipaosmalas personas. Empezando por el personaje que lleva un cinturón cargado de geles energéticos para un 'simple' diez mil -estoy seguro que el desgaste físico no lo justifica-, pasando por los gilipollas que te dan codazos a la salida de una carrera benéfica y acabando por el par de individuos que me encontré a la salida de la Maratón de Madrid del 2013, cuya conversación trataba sobre cómo orinarse encima con la prudencia de limpiarlo luego con agua para que no les escociese.
Pararse a mear en una Maratón viene a ser unos 20 segundos en una carrera en la que la gente normal no baja de las 4 horas. Además, qué es ese tiempo comparado con la sensación impune de mear en pleno Paseo de la Castellana. Inigualable.

     Lo más probable es que este consejo se lo diera alguien tan apasionado como ellos, o puede que lo leyeran en alguna revista, porque este tipo de publicaciones deportivas es una basura peligrosa. Y es que no hay cosa que más le guste al deportista amateur flipao que le den material con el que entretenerse.

     No me malinterpreten. Estas revistas no tienen mayor interés que el de sobrevivir a base de rellenar páginas de obviedades, usar vocabulario molón, atribuir calificativos de persona a objetos inanimados, instruirnos en las obligaciones que tendremos como deportitas populares, colarnos publicidad enmascarada en interesantísimos reportaje y adjuntar alguna foto e insulsa entrevista del que debería ser nuestro ídolo durante los próximos años. El problema, como todo en esta vida, es que la gente se lo crea a pies juntillas y haga de cada lectura un Mandamiento como si de un buen 'capillita' se tratase.

     La última maravilla que ha llegado a mis manos ha sido una publicación mensual llamada "Triatlón". Cumple los puntos anteriores a rajatabla. Y hasta en orden, si me apuran.

     No sólo le regalan a nuestra vista un editorial simplón, sino que también sacian nuestra curiosidad intrínseca con profundos reportajes sobre qué ejercicio quema más calorías: correr o andar (no es broma). Ingeniosamente colocan en algunos párrafos palabras clave como propiocepción o biomecánica, que la verdad es que quedan muy resultonas a la lectura, aunque no lo entendamos. Nos hablan de la importancia de hacerse un reconocimiento médico regularmente, dedicando varias páginas a la Clínica Especializada de turno. Nos venden como 'sexy' el cuadro de una bicicleta último modelo para nuestras competiciones y nos detallan qué es bueno incluir en nuestra dieta para mejorar nuestros tiempos y que dejen de ser mediocres para ser únicamente malos o del montón.

     Últimamente están muy de moda Mola o Gómez Noya, por lo que les suelen dedicar algunas líneas. Este último me cae bien. Me parece un tipo majísimo, trabajador y muy humilde, pero no me extrañaría que en las revistas de la época idolatraran a nuestra atleta campeona por excelencia, Marta Domínguez. Lo único que me pregunto es si para la sesión de fotos llevaría los pendientes de platino o no.

     En la sección a la que a mi me gusta llamar Bri-consejos nos instruyen a colocar el chip de tobillo en el tobillo y en ninguna otra parte del cuerpo, recalcando que será más cómodo de llevar si situamos la parte del velcro que no rasca hacia dentro o el encreíble consejo de que evitemos nadar con heridas sangrantes o con nuestra menstruación en playas internacionales en las que puede haber tiburones... Todavía tendremos que darles las gracias por la cantidad de vidas que habrán salvado.

     Un 'palito' aparte se merecen las Redes Sociales, que también tienen su peligro. Hace poco una 'novata' pedía consejo en un grupo de corredores: Había estado haciendo ejercicios de técnica de carrera. ¿Han visto alguna vez a alguien en el parque, vestido con mallas, comportándose de manera extraña, ridícula y a la vez divertida? No se lo tomen a guasa, ya que sería un craso error que muestra ignorancia incisiva... El caso es que esta pobre sentía molestias después de haber hecho técnica de carrera y temía que una posible lesión frustrase su estreno en una carrera popular de 10 kilómetros. Me costó encontrar entre las respuestas una coherente, por eso se la di yo. Le dije que sencillamente se dedicase a disfrutar de su primera carrera y que dejase la técnica de carrera para los profesionales, o para un poco más adelante si quería mejorar sus mediocres tiempos, que ya podría llamar la atención por el parque más adelante, si es que tan importante lo consideraba.

     Tuve que morderme la lengua, porque realmente lo que me apetecía decirle era que las agujetas se quitan haciendo más ejercicio, que si dolía es que lo estaba haciendo bien, que todos tenemos molestias en algún ciclo de nuestra vida como deportistas populares. Que lo había leído en una revista y que mis mejores amigos me habían aconsejado que durante una carrera ni comiera ni bebiera agua ni nada, pero caí en la cuenta de que estaba delante de un flipao y me contuve. Además, ese consejo no parecería mio, sino de otro superhéroe...

¡Ataque Guacheras!
Ataque Guacheras!!!

     Por cierto, si alguien ha buscado lo que significa 'propiocepción' que ni se moleste en hacerlo. En la RAE no está contemplado. Pero por afinidad nos muestra la palabra propiciación, que no es, ni más ni menos, que la acción agradable a Dios, con que se le mueve a piedad y misericordia.

     Tengamos misericordia de los flipaos, que la Tierra es muy grande y tiene que haber de todo.


Palabra de Menda.


Misoginia en serie

"Look, Skyler, I just haven’t quite been myself lately. I haven’t been myself lately, but I love you. Nothing about that has changed, and nothing ever will. So right now, what I need is for you to climb down out of my ass. Can you do that? Will you do that for me, honey? Will you please, just once, get off my ass. You know, I’d appreciate it. I really would.” – Walter White. 
Este monólogo, traducido, vendría a decir lo siguiente:

     "Mira, Skyler, últimamente no he sido el mismo. No he sido yo mismo últimamente, pero te quiero. Sobre eso nada ha cambiado, y nada lo hará. Así que, ahora mismo, lo que necesito es que me dejes en paz. ¿Puedes hacer eso? ¿Harás eso por mi, cariño? ¿Harás eso, aunque sea una vez, dejarme en paz? ¿Sabes? Te lo agradecería. De veras que lo haría" - Walter White.

     No pretendo encontrar alguien tan friky como para recordar esa escena en particular, pero espero que a estas alturas a todo el mundo le suene del autor de la cita. Pero vaya, como siempre hay algún despistado, os diré que Walter White es el personaje maestro que Vince Gilligan creó para la que, personalmente, concibo como la mejor serie de TV de todos los tiempos: Breaking Bad.

Best TV Series ever!
Best TV Series ever!

     Los que todavía no hayan terminado de (o empezado a) ver la serie, pueden estar tranquilos; No voy a hacer 'spoiler' de nada, sobre todo de la última temporada. Nunca soporté a las personas que, gratuita y voluntariamente, te joden una serie. Ni siquiera un capítulo, ni una escena. Tan sólo usaré un par de frases para alimentar este post (una de ellas ya lo encabeza).

     Comencemos desde el principio, a modo de resumen: Un brillante químico al que la fortuna no le ha acompañado mucho últimamente, quién está malgastando su vida profesional dando clases en un instituto y que difícilmente llega a fin de mes, se ve obligado a echar horas en un lavado de coches. Allí debe aguantar estoico los constantes maltratos de su jefe rumano.

Walter está casado, tiene un hijo adolescente con parálisis cerebral y una segunda hija en camino.

Un día cualquiera a Walter le diagnostican un cáncer terminal de pulmón, casi nada. Su vida entonces da un giro de 180 grados. Entonces decide que debe generar riqueza rápidamente para no dejar a su familia sin un duro tras su muerte, por lo que se alía con un antiguo alumno yonqui para 'cocinar' metanfetamina (cristal) juntos.

   Esta trama, que daría fácilmente para un par de temporadas de cualquier serie española, en Breaking Bad ocupa únicamente el episodio piloto, algo menos de una hora.

   Continuando la trama nos daremos cuenta de que, el Walter modosito que todos conocían hasta ahora, poco a poco se irá convirtiendo en un personaje más y más oscuro. Un tipo que se va endureciendo como una roca en cada nueva página del guión. Del inofensivo profesor de instituto que nunca ha matado una mosca hasta el peligroso psicópata en que finalmente se convertirá, el personaje de Walter White evoluciona de una manera que, al menos en mi humilde opinión, nunca se había visto antes. Pero su personaje, siendo todo lo cabrón que es, cae bien. La gente incluso es capaz de identificarse con él y sufrir con sus miserias.

     No le ocurre lo mismo a la pobre Anna Gunn con su personaje en la serie, Skyler White. Y eso que debería tener toda la comprensión del respetable: Amantísima esposa de un señor que no hace más que darle disgustos, buena contable, estupenda ama de casa, inteligente, con una sonrisa encantadora, personalidad arrolladora y que destila una exuberante sensualidad (al menos en las primeras temporadas)...

MILF!
Ay omá!

     Pero qué quieren que les diga. Skyler me parece una auténtica hija de puta. Una tocapelotas sin igual. ¿Qué probablemente lleve razón la mayor parte de las veces? De acuerdo, pero ¡qué tipa tan odiosa! Qué manera tan desagradable de llevar razón. No hace más que joder la marrana en cada frase que suelta por la boca. Si ustedes han visto la serie espero estén de acuerdo conmigo. Si no lo han visto ya me darán la razón, ya.

     En el momento en que Walter White cita la frase que encabeza este post ya estaba un poquito harto de su mujer. Y eso que la serie prácticamente acababa de empezar a rodar. Pero yo le entiendo perfectamente. Uno no puede ir de tipo duro, cocinando anfetaminas, enfrentándose a yonquis del cristal y a un cuñado de la D.E.A. (Drug Enforcement Agency) y aguantar a la plasta de tu mujer con sus rollos de maruja sabelotodo: "Que no compres Ariel, que es muy caro. Compra el de Hacendado".

     Aquí el vídeo con un extracto de la escena del comienzo. Goce el respetable del discurso de Walter sin la voz adulterada por su lamentable doblaje:


     Jeje, aquí estaba el amigo White un poco hasta las pelotas ya. Pero claro, que una cosa es que el personaje Skyler White sea odioso, y otra que la actirz Anna Gunn tenga que lidiar con auténticos odiadores en la vida real:
"¿Puede alguien decirme dónde puedo encontrar a Anna Gunn para matarla?" 
     Hombre, como bien aclara el artículo del New York Times, Anna Gunn es una actriz. Y muy buena por cierto. Ganadora de un Emmy como mejor actriz de reparto por Breaking Bad en 2013, dejando con cara de bobas ese año nada menos que a las actrices de Downton Abbey, Juego de Tronos, The Good Wife, Homeland o Mad Men.

    Ahora viene la parte divertida; en cierto modo entiendo a los odiadores (del personaje, claro). En serio, pienso que l@s guionistas americanos se esfuerzan en que los seguidores de series acaben odiando a sus personajes femeninos. Será por uno u otro motivo, pero normalmente es porque le confieren a su personaje toda la carga de responsabilidad de la que carece el protagonista y por lo tanto se convierten en la corta-rollos/tocapelotas. Constantemente intentan fastidiar al personaje que es realmente carismático en la serie. Normalmente, además, se acaban cepillando a uno de sus mejores amigos.

    En todas las series que he visto últimamente he tenido esa sensación: Skyler White en Breaking Bad, Lory Grimes en The Walking Dead, Jessica Brody en Homeland (aunque Dana también apuntaba maneras), todas menos Rita en Dexter, Vivien Harmon en American Horror Story... ¿Casualidad? No lo creo.

      Una de las cosas buenas que tiene pasear por Madrid es que de vez en cuando te encuentras algún actor o director famoso. Normalmente no se me ocurre nada ingenioso que decirle, aparte de pedirle una foto juntos para el facebooks y de algunas obviedades del tipo: "Me gustaste mucho en tu última película (que la descargué del Torrent)" o "¡Enhorabuena por tu programa!".

     Eso sí, tengo clarírimo que si algún día me cruzase por la calle con Anna Gunn le diría: "Skyler, hija de puta."

No siempre soy una puta. Estoy bromenando, siempre lo soy
No siempre soy una puta. Estoy de coña, siempre lo soy

Palabra de Menda.