Flipao al acecho

     "De pequeño siempre fui un niño gordito. A los quince años lo seguía siendo. En mis veinte estaba hecho un fanegas. Me costó acercarme a los treinta palos para pegar definitivamente el estirón."

     Esta cita no es de nadie, sino mía. La afición a practicar deporte regularmente y a comer menos bollería industrial me vino tardía, ¡pero con qué ganas la cogí! Un día cualquiera me puse a correr y ya no pude parar. Sospecho que me bautizaran como el Forrest Gump de Parla, si es que no me lo llamaban con anterioridad.

     Mi historia comenzó, como casi todo lo bueno, bebiendo cerveza en la terraza de un bar. De uno situado dentro de un gimnasio de Madrid, para ser más exactos. Uno de mis mejores amigos se había marcado la que para mi era la machada de su vida sobreviviendo a la Maratón de Madrid. 

  En este momento permítanme hacer un inciso: NO TODAS LAS CARRERAS POPULARES SON MARATONES. Sirva esta pequeña guía para llenar su dosis de conocimiento diaria.

    La medida estándar para una carrera popular son 10 Km (ó 10.000 m, si recuerdan la tabla de conversión del sistema métrico decimal). Algunos valientes se atreven a dar el salto a los algo más de 21 Km. (21.097 m) que plantea una Media Maratón. 

       La Maratón se reserva para los más osados: Cuarenta y dos mil ciento noventa y cinco metros. Ni uno más, ni uno menos. Redondeando, 42 Km., uno detrás de otro. Tenga el ávido lector presente que cada domingo ni se puede organizar ni se corre una Maratón. Supone un esfuerzo extraordinario de organización (decenas de calles cortadas, presencia policial, avituallamientos...) y deportivo también. Una Maratón no la corre cualquiera. Una Maratón no la acaba cualquiera. Señores, un poquito de por favor.

Como decía el gilipollas de Alejandro Sanz, no es lo mismo
Como decía Alejandro Sanz, no es lo mismo

     Acabado el momento reivindicativo, prosigo.

    El caso es que su heroicidad sumada a la cantidad de alcohol en sangre me hizo plantearme qué tal vez debería experimentar eso de salir a correr. Y vaya si lo hice. Y es que al principio es fácil emocionarse. La mejora que tu cuerpo experimenta durante las primeras semanas es espectacular.
Del clásico correr-andar-correr-vomitar en el parque que muchos sufren las primeras veces hasta correr 15, 30, 45 ó 60 minutos seguidos no pasa mucho tiempo.

     De ahí a emocionarse, va todo un trecho. Cuando corrí mi primer 10.000 me daba con un canto en los dientes si lo acababa. Lo hice, y además por debajo de la hora. Eché un vistazo a los tiempos "de los buenos" y en ese momento supe que nunca iba a ganar una carrera. Que el esfuerzo que me costó preparar la carrera  para mi había sido extraordinario, para luego obtener ese tiempo de lo más normalito. Que mi genética no era como la de los keniatas de primera fila. Que había gente mucho más preparada que yo y que las Olimpiadas mejor las veía por la tele. Enseguida caí en la cuenta de que debería  disfrutar corriendo de manera popular (batiendo mis propias marcas) que intentar subir a un podio. Claro, que yo no soy un flipao.

     Si algo he encontrado durante el tiempo que llevo corriendo han sido flipaosmalas personas. Empezando por el personaje que lleva un cinturón cargado de geles energéticos para un 'simple' diez mil -estoy seguro que el desgaste físico no lo justifica-, pasando por los gilipollas que te dan codazos a la salida de una carrera benéfica y acabando por el par de individuos que me encontré a la salida de la Maratón de Madrid del 2013, cuya conversación trataba sobre cómo orinarse encima con la prudencia de limpiarlo luego con agua para que no les escociese.
Pararse a mear en una Maratón viene a ser unos 20 segundos en una carrera en la que la gente normal no baja de las 4 horas. Además, qué es ese tiempo comparado con la sensación impune de mear en pleno Paseo de la Castellana. Inigualable.

     Lo más probable es que este consejo se lo diera alguien tan apasionado como ellos, o puede que lo leyeran en alguna revista, porque este tipo de publicaciones deportivas es una basura peligrosa. Y es que no hay cosa que más le guste al deportista amateur flipao que le den material con el que entretenerse.

     No me malinterpreten. Estas revistas no tienen mayor interés que el de sobrevivir a base de rellenar páginas de obviedades, usar vocabulario molón, atribuir calificativos de persona a objetos inanimados, instruirnos en las obligaciones que tendremos como deportitas populares, colarnos publicidad enmascarada en interesantísimos reportaje y adjuntar alguna foto e insulsa entrevista del que debería ser nuestro ídolo durante los próximos años. El problema, como todo en esta vida, es que la gente se lo crea a pies juntillas y haga de cada lectura un Mandamiento como si de un buen 'capillita' se tratase.

     La última maravilla que ha llegado a mis manos ha sido una publicación mensual llamada "Triatlón". Cumple los puntos anteriores a rajatabla. Y hasta en orden, si me apuran.

     No sólo le regalan a nuestra vista un editorial simplón, sino que también sacian nuestra curiosidad intrínseca con profundos reportajes sobre qué ejercicio quema más calorías: correr o andar (no es broma). Ingeniosamente colocan en algunos párrafos palabras clave como propiocepción o biomecánica, que la verdad es que quedan muy resultonas a la lectura, aunque no lo entendamos. Nos hablan de la importancia de hacerse un reconocimiento médico regularmente, dedicando varias páginas a la Clínica Especializada de turno. Nos venden como 'sexy' el cuadro de una bicicleta último modelo para nuestras competiciones y nos detallan qué es bueno incluir en nuestra dieta para mejorar nuestros tiempos y que dejen de ser mediocres para ser únicamente malos o del montón.

     Últimamente están muy de moda Mola o Gómez Noya, por lo que les suelen dedicar algunas líneas. Este último me cae bien. Me parece un tipo majísimo, trabajador y muy humilde, pero no me extrañaría que en las revistas de la época idolatraran a nuestra atleta campeona por excelencia, Marta Domínguez. Lo único que me pregunto es si para la sesión de fotos llevaría los pendientes de platino o no.

     En la sección a la que a mi me gusta llamar Bri-consejos nos instruyen a colocar el chip de tobillo en el tobillo y en ninguna otra parte del cuerpo, recalcando que será más cómodo de llevar si situamos la parte del velcro que no rasca hacia dentro o el encreíble consejo de que evitemos nadar con heridas sangrantes o con nuestra menstruación en playas internacionales en las que puede haber tiburones... Todavía tendremos que darles las gracias por la cantidad de vidas que habrán salvado.

     Un 'palito' aparte se merecen las Redes Sociales, que también tienen su peligro. Hace poco una 'novata' pedía consejo en un grupo de corredores: Había estado haciendo ejercicios de técnica de carrera. ¿Han visto alguna vez a alguien en el parque, vestido con mallas, comportándose de manera extraña, ridícula y a la vez divertida? No se lo tomen a guasa, ya que sería un craso error que muestra ignorancia incisiva... El caso es que esta pobre sentía molestias después de haber hecho técnica de carrera y temía que una posible lesión frustrase su estreno en una carrera popular de 10 kilómetros. Me costó encontrar entre las respuestas una coherente, por eso se la di yo. Le dije que sencillamente se dedicase a disfrutar de su primera carrera y que dejase la técnica de carrera para los profesionales, o para un poco más adelante si quería mejorar sus mediocres tiempos, que ya podría llamar la atención por el parque más adelante, si es que tan importante lo consideraba.

     Tuve que morderme la lengua, porque realmente lo que me apetecía decirle era que las agujetas se quitan haciendo más ejercicio, que si dolía es que lo estaba haciendo bien, que todos tenemos molestias en algún ciclo de nuestra vida como deportistas populares. Que lo había leído en una revista y que mis mejores amigos me habían aconsejado que durante una carrera ni comiera ni bebiera agua ni nada, pero caí en la cuenta de que estaba delante de un flipao y me contuve. Además, ese consejo no parecería mio, sino de otro superhéroe...

¡Ataque Guacheras!
Ataque Guacheras!!!

     Por cierto, si alguien ha buscado lo que significa 'propiocepción' que ni se moleste en hacerlo. En la RAE no está contemplado. Pero por afinidad nos muestra la palabra propiciación, que no es, ni más ni menos, que la acción agradable a Dios, con que se le mueve a piedad y misericordia.

     Tengamos misericordia de los flipaos, que la Tierra es muy grande y tiene que haber de todo.


Palabra de Menda.