Smells like shit

     A mediados del 2012, en plenas facultades mentales, y sobre todo físicas, me inscribí junto a unos amigos corredores a una de las carreras populares más importantes de este país. Se celebra cada año en noviembre y tiene un recorrido de 20 Km, el que separa Behobia de Donosti. 

     Por aquel entonces me encontraba en un momento de forma envidiable. Tanto que el mismo lunes de esa semana me pegué un entreno de 18 Km, el domingo la Behobia y el jueves siguiente otro entreno de 15 km (esta vez en Melilla), casi nada... Eso, unido al incentivo que le supone a un corredor popular incribirse a carreras fuera de su lugar de residencia habitual y encima con un grupo de amigos, hicieron que me inscribiera sin pensarlo dos veces.

     Pero ya le dedicaré una entrada completa a la Behobia, que tiene entidad suficiente para ello, y ahora no me quiero despistar.

Esta frase puede leerse encabezando la web de esta carrera:    

     «En la Behobia vas a sentir emociones que seguramente no has experimentado en otras carreras.»

No les falta razón.

     El día de la carrera me levanté -metódicamente- con tiempo de sobra para poder pegarme una ducha, preparar mi ropa de carrera, ponerme el dorsal y desayunar para coger fuerzas y cargar pilas. Sólo me faltó cagar defecar. No le di demasiada importancia. Al fin y al cabo lo había hecho la noche anterior. Pero claro, pasadas unas dos horas, cuando acabábamos de llegar al punto de partida, me vinieron la ganas. Será una tontería, pero los amantes del Running a veces nos ponemos nerviosos antes de una carrera.

     En un sitio tan lluvioso como era Behobia en aquel momento y sin un bar abierto a la vista, una letrina de la organización de carrera parecía la mejor opción.

     Cagar en un váter químico es una de esas experiencias difíciles de superar, sensorialmente hablando. 

     ¿Os ha ocurrido eso de pasar a un baño fuera de casa, justo detrás de que otra persona dejara sus deposiciones? A mi me ha pasado incluso entrando cinco minutos después de haber salido del mio, he pensado: «Esta mierda no puede ser mía» o «Esta persona debe estar enferma. Vaya olor».

     No resulta agradable, ¿verdad? Pues imaginad que, en vez de una persona, hubieran sido unos 30 sucios corredores, que no han tirado de la cadena (en los w.c. químicos no la hay) y que únicamente se han molestado en tapar su cagao con una hoja de periódico. El hedor casi se podía masticar, literalmente.

     Decidir que en ese momento quería estar ahí voluntariamente fue la primera barrera psicológica que tuve que superar en la Behobia... (Pero lo conseguí!!!)


     Pero no hace falta cruzar el país y pasarlas tan canutas como yo hacer dos años para volver a sentir la misma sensación incómoda. Basta con sintonizar Telecinco y ver cómo promocionan el hashtag #YoVeoSalvame para volver a oler a mierda ajena desde el sofá de casa.

     Parece increíble que un país serio, como pretenden calificar al nuestro, tarde tantísimo tiempo en darse cuenta de que esa basura que únicamente se dedica a subvencionar gentuza que se insulta, grita, veja y ridiculiza entre sí -y a los demás- a diario, y en horario ultra protegido -debido a la potencial audiencia infantil entre las 17h y las 20h- no nos conviene. 

     Otra cosa distinta es que nos lo merezcamos, pero ojalá por una vez este país demuestre algo de criterio y se lo carguen fulminantemente de la parrilla televisiva. O que lo pongan de madrugada, y así quitan a los del timo de la SGAE.

     Sin embargo, y como por arte de magia, a veces la inmundicia la encontramos a la puerta de casa.

Baaazuraaa!!
Basura navideña

     Así amanecíamos en Navidad. Casi nada. Y nos lo queríamos perder.

    Y es que en nuestra Lotería particular, los ciudadanos de Parla nos hemos visto agraciados en los últimos tiempos con un tranvía que no nos podemos permitir, un alcalde presuntamente "corruto" y lo que parece ser una huelga de basuras encubierta en una queja por la demoras en el pago que nuestro querido Ayto. mantiene con sus proveedores. 

      Vamos a cambiar el dicho; En vez del ultra famoso «A Parla, a mamarla» podremos decir «A Parla, a limpiarla». Mejor nos iría, sin duda.

    Y es que, por mucho que nos empeñemos, no es necesario hacer 600 Km. para oler la mierda ajena. Basta con bajar un rato a la calle -o encender la caja tonta-, tomar aire y disfrutar.

Saaaaaaalvaaaaaameeee!!!
Saaaaaaalvaaaaaameeee!!!


Palabra de Menda.