Algo se muere en el alma cuando un amigo se va

Se acuerda la gente de lo bueno que uno era cuando muere. De que Dios siempre se lleva a los mejores. A veces no es cierto, pero otras tantas sí ocurre.

     Yo nunca he tenido un pueblo al que ir a pasar cada verano, navidades o fines de semana, hasta que mis suegros me llevaron a Horcajo de los Montes (CR). 

     Carmelo iba haciendo hincapié a cada kilómetro que separa Retuerta del Bullaque de Horcajo de las bondades de su pueblo: sito en un marco natural incomparable como es el Parque Nacional de Cabañeros -al que recomiendo encarecidamente visitar en época de berrea, o en cualquier otra-, planificando excursiones hacia «La Chorrera», las increíbles vistas del pueblo desde el camping, la Ermita de la Virgen de Guadalupe (la patrona) que emerge del monte, el Embalse del Cíjara, la raña, la jara, los olivos... 

     De veras que me iba haciendo una composición mental, disfrutando de cada uno de esos rincones antes incluso de haberlos conocido, pero también retumbaban en mi cabeza todas las historias que Elena, por aquel entonces mi novia formal, me había estado contado sobre su adolescencia acerca de un bar del pueblo y todo lo que vivió allí: El bar de «Harry».
Jornadas interminables que enlazaban la tarde de piscina con la noche a base de copas, en las que Harry te dejaba la botella en la mesa para que te sirvieras lo que quisieras, los chascarrillos que repetía una y otra vez: «Ay, mi suegra!!», «Al turrón!!!», el vino de microondas (que nunca llegué a probar), las suculentas tapas de mejillones con patatas fritas o extraordinarias berenjenas de Almagro, las cuentas que te hacía sin calculadora del consumo estimado, los calendarios de negocios locales con 'chatis' ligeras de ropa... 

     Harry era el apodo con el que se conocía a Carlos, el dueño del Bar La Fuente. En cuanto puse el primer pie en su bar me sentí uno más de Horcajo. Y es que allí te sentías a gusto, bien tratado. Era como el bar de toda la vida, pero mucho más divertido. Y eso era algo que te gustaba enseñar. Una bondad más de un pueblo estupendo. No ha habido un amigo mio al que no haya llevado al bar cuando Harry no estaba fuera o el bar no estuviera abierto.

Bar la Fuente
Bar la Fuente

     Y eso que últimamente había detalles que no es que me apasionasen: digamos que la ley de humos quizá se encontrara un poco más relajada de la cuenta allí. Digamos que no en todos los bares se ven animales ataviados de estupendas chaquetillas de lana. Digamos que me pareció poco acertado el cambió del grifo de cerveza de Mahou por uno de Cruzcampo... Pero Harry, inteligente hombre de negocios, seguía llevando tercios de Mahou, lo que no te permitía rechistar. Incluso la última vez que fuimos tenían por aperitivo unas mariconadas hechas con saquitos de hojaldre. Este sitio siempre te sorprendía siempre para bien.

De veras que Harry era excepcional. Una de esas buenas personas que cuando montan un negocio celebras que les vayan bien. Alguien al que se le va a echar de menos. Lamentablemente Harry falleció la semana pasada debido a una complicación médica.

No sé qué va a pasar con el Bar de Harry, si seguirá abierto o si cerrará. De ocurrir lo primero, por supuesto que seguiremos siendo fieles clientes que acuden a su "Parroquia" con devoción. Si tristemente se acabara cerrando, cada vez que pase por la puerta pensaré que Harry haya ido a hacer un papeleo, y que pronto volverá a abrir el bar y contarnos algún chascarrillo para sacarnos una sonrisa.

Este palito gratuito se lo dedico al que nos ha privado de su compañía tan joven.

Harry, genio y figura
Harry, genio y figura

Carlos/Harry, te vamos a echar mucho de menos. Descansa en Paz.



Palabra de Menda.