#GilipollasLivesDontMatter


Dos cosas son infinitas: El Universo y la estupidez humana, y aún no estoy totalmente convencido respecto al universo. Albert Einstein.


     No, aunque se le atribuye como propia esta frase, Einstein nunca la pronunció. Al menos, literalmente. Pero estoy seguro de que si viviera a día de hoy la firmaría. Yo lo hago a diario. 

     Hace unas semanas en Minneapolis ocurrió una desgracia. Una persona moría durante una intervención policial. El 'crimen' que al parecer cometió George Floyd fue pagar con un billete del 20$ falso en una tienda de comida y oponer resistencia a su detención. Su agonía fue grabada en vídeo por varios viandantes, que le increparon en repetidas ocasiones al policía que le iba a matar. Y efectivamente, le mató.

Brillante acción policial que dejó huérfana una niña de 6 años. Explíquele usted lo que le ha pasado a su padre. Yo no encuentro palabras.

     Está más que claro que nadie, por mucho antecedente penal que tenga (la gente a veces se rehabilita y recompone), debería morir por una acción tan desproporcionada como es que te presionen con la rodilla en el cuello durante más de 8 minutos, provocándote la muerte por asfixia. Se consideraría inhumano matar de esta manera tan salvaje de un animal, me quedo sin calificativos para cuando en este caso se trata de una persona.
    
     Al día siguiente los 4 agentes que participaron en su detención y lo que a todas luces parece homicidio posterior, a falta de juicio, fueron fulminados del Cuerpo. La mujer del policía protagonista de esta infeliz historia además, al día siguiente le pidió el divorcio. Debió ser la gota que colmó el vaso. 
  
     La indignación, quejas y muestras de dolor los puedo entender perfectamente. El auge del Movimiento #BlacKLivesMatter -que, por cierto, no es actual, se creó allá por 2013 con un incidente parecido-, también. Pero oigan, hay muchas cosas que no termino de entender. Courtney Ross, la novia de Floyd, se quejó de los disturbios y de que se le estuviera prendiendo fuego a Minneapolis. La ciudad que George tanto amaba, y animó a que las protestas se recondujeran de manera pacífica, tal y como Floyd -dice ella- hubiera querido.

     La cosa empezó con el postureo mediático publicando la imagen de un fondo negro y una etiqueta #BlackOut en RRSS. Y se apuntó hasta el apuntador. Como si aquí en España no tuviéramos casos de racismo suficiente como para luchar y causas a las que apoyar. Pero claro, una cosa es hacer algo simbólico de lo que ocurre en EEUU y otra cosa ya es arremangarse y pasar a la acción con lo que ocurre en nuestro país.

     Pero yo no, limpio mi conciencia y me subo al carro del black power, como en su día puse un marquito cuqui con la bandera de Francia y el #JeSuisCharlie, cuando me pongo la bandera multicolor cuando se acerca el Orgullo, o cuando hice el #IceBucketChallenge (eso sí, sin dar un duro a la investigación de la ELA, que eso es muy español y que por cierto, su día Internacional fue el pasado 21 de Junio) o cualquier otra tontería pasajera . Una tendencia fútil y efímera, que se desvaneció según cayeron los días en el calendario. 


     Y es que no hace falta cruzar el charco para presenciar actos racistas. Ni para protagonizarlos. Cuando nos cambiamos de barrio y tuvimos que empezar a buscar nuevas tiendas de confianza para compras de proximidad, una a las que acudimos fue a la frutería regentada por un chico marroquí. Para referenciarla el primer día me salió un "me voy a comprar fruta a dónde el moro". En mi cabeza esta frase rechinó como un arañazo en una pizarra. Pues claro que todos somos un poco racistas, y machistas (y un poquito gilipollas a veces, pues también), pero lo importante es darnos cuenta, aprender y rectificar, para que el agradable señor frutero marroquí pase a ser únicamente "el agradable señor frutero", o el frutero a secas.

     Volviendo al tema: Una cosa es la protesta, echarse a la calle, de manera cívica, portar cartelería, mostrar el apoyo públicamente, montar una plataforma para recaudar dinero si lo vemos oportuno para ayudar a la familia... Lo que sea que se les ocurra para visibilizar la causa. Pero de ahí a saquear tiendas, los actos de violencia callejera, el vandalismo... pues no, oiga. Que no digo yo que seguramente se trate de una minoría violenta. Lo que normalmente aquí se conoce como "los 4 gilipollas de siempre que revientan una manifestación". Pero oye, qué gilipollas y qué oportunos son los de siempre, y qué peligro tienen cuando esos 4 gilipollas se convierten en 40 o 400... De esos gilipollas no creo que nos olvidemos fácilmente.

     Gilipollas como los que tienen poder de decisión en HBO para retirar de su catálogo una pieza maestra como es "Lo que el tiempo se llevó" por considerarla racista. Iba a haber tirado de hemeroteca para demostrar por qué esa película es importante y los hitos que consiguió y por qué todo el mundo deberíamos verla, pero se me adelantó Arturo González Campos:

Ya no se puede ver en HBO la primera actuación de una persona negra premiada con un Óscar

     Uno de nuestros productores de cine más influyentes de nuestro país opinaba así de la retirada de la película en HBO. No podría estar más de acuerdo.

     Hay otros Gilipollas, esta vez los menos, como los gafapasta que intentaron presionar a Filmin con darse de baja por añadir una saga de películas "muy españolas" a su catálogo. Las películas de Torrente te pueden gustar más o menos. Incluso te pueden gustar mucho las dos primeras y pensar en el resto como una bazofia -personalmente las dos primeras películas me divirtieron MUCHO-. No fue por nada que Torrente I se convirtiera en la película más taquillera de todos los tiempos en nuestro país. Todo Dios fuimos a verla al cine. Algunos incluso repetimos en el Cine de Verano de la playa y nos la compramos más tarde en VHS. Y nos compramos también el videojuego para PC, que era malo de cojones...

     Estos últimos días los Gilipollas de los informativos -estos merecen una entrada para ellos solos- se han hecho eco de una petición en change.org para que se dejasen de fabricar los Conguitos, "por considerarlos racistas", con más o menos éxito:
Lo que no han conseguido los RealFooder lo van a conseguir los ofendiditos...

     Pero es que lo que no se encuentre en change.org...
El chocolatero justiciero

     Otros buenos Gilipollas son los propios creadores que se enriquecieron con algunas series, pidiendo perdón por la falta de diversidad racial en su serie de televisión cuya última emisión fue hace más de 16 años....


     Por cierto, no he leído que los creadores de "El príncipe de Bel-Air" se hayan planteado si su serie era o no racista. ¿Acaso tenían gente blanca entre sus protagonistas? ¿Y la serie de Urkel, "Cosas de Casa"? ¿Alguien recuerda haber visto algún blanco en la serie de Bill Cosby? NO, no los había -al menos delante de las cámaras- pero, ¿acaso importa? ¿Alguien va ahora a despotricar contra algunas de esas series 20 años después? ¿"Sensación de vivir "90210" habría sido mejor serie porque algunos de los protagonistas fuera negro? No tengo pruebas, pero tampoco dudas.  Aunque a lo mejor sería extraño ver un personaje negro con "problemas del primer mundo"...



     La marca de dulces Aunt Jemima ha decidido inmolarse proponiendo ellos mismos un cambio de imagen en su logo y el propio nombre de su compañía para promover la equidad racial. Es una empresa que tiene 120 años de antigüedad. A lo mejor bastaba con poner al lado una señora blanca. Pero a lo mejor luego eso se consideraba machista y había que poner a un señor con pelo. O un señor calvo, no sea que se ofendan por no tener representación. Y que no se olviden de incluir algún perfil LGTBI o la bandera multicolor. En serio, que aburrimiento. 



     Hay una gilipollas que el otro día escribió una columna tildando la obra de Tolkien de machista y supremacista porque en una obra como El Señor de los Anillos no sale ningún negro. ¡Una obra escrita nada menos que hace 70 años!
     Decía Pérez Reverte en una entrevista a finales de 2018 que no podemos juzgar el pasado con los ojos del presente tras la polémica retirada por aquel entonces de una imagen de Cristóbal Colón en Los Ángeles. Y esta vez incluso Don Javier se quedó corto en sus predicciones.


     Y es que censurar la historia, arrasar ciudades, eliminar el patrimonio cultural y otras muchas barrabasadas es lo que hacían los Gilipollas de los talibanes -y probablemente sigan haciendo, pero sin el foco mediático- en Afganistán que tanto criticamos, ¿verdad? Aplíquense el cuento. No sean gilipollas.


Palabra de Menda.








Distancia social: 2 metros

     “La noche es más oscura justo antes del amanecer. Y os lo prometo: está a punto de amanecer”. (Harvey Dent, ‘El Caballero Oscuro’)

     Nancy Lasuzzo había llegado a Vintage Realty Company unos años atrás en plena recuperación: personal, tras levantar cabeza de una dolorosa ruptura, y profesional, dejando atrás los "años de plomo" del sector inmobiliario. Fueron unos primeros meses de prueba durísimos: Pocas ventas, menos comisiones, usuales quebraderos de cabeza y bastantes horas extra con todo por demostrarles a sus nuevos empleadores.

     Su verano había sido vivir para trabajar, literalmente, así que, si había alguien que de verdad se merecía esa escapadita era Nancy Lasuzzo. El calendario tachaba los primeros días de Octubre de 2019 y por fin pondría fin a los 5 meses de "confinamiento" forzoso que su jefe le había requerido cubrir. 

     Lo tenía todo preparado: la maleta llena de bikinis, gafas de sol, una toalla y todas las ganas del mundo para pasarlo bien. En el aeropuerto cayó en la cuenta de que no había cogido su cámara de fotos, así que aprovechó la excusa para hacerse un regalo y darse el capricho de comprarse una  de esas action cam. Vivencias como las que iba a tener merecían la pena ser inmortalizadas.

     La Isla Guadalupe, en la Francia de ultramar, es uno de esos paraísos bañados por el Mar Caribe, que en esa época del año aseguraba a los guiris unas playas espectaculares con un sol estupendo y una mar rasa ideal para practicar deportes acuáticos. Pero a Nancy Lasuzzo sus amigas le habían convencido para hacer una inmersión con tiburones. Nancy Lasuzzo, que lo más profundo que había nadado nunca era en lo profundo de su bañera, se vio de repente sumergida en una jaula y rodeada de tiburones blancos y flanqueada por una sencilla máscara y un respirador.

     Un tiburón blanco cuyo nombre es 'Bullet' y que mide más de cinco metros, impone bastante. Si se acerca y abre la boca, dejando asomar sus varias hileras de dientes, ya infunde cierto respeto. Si además, traspasa esa supuesta barrera de seguridad de dos metros y se pone a sacudir la jaula lo que te recorre la espina dorsal es MIEDO. Y es que al ver pasar de cerca a la muerte el respeto queda a un lado. No culpo a Nancy Lasuzzo de haber sentido miedo y de devolver su traje de buceo teñido de marrón:



     En España ha ocurrido algo parecido con el Covid-19. 

    Al principio lo veíamos como una gripe. Tan lesivo como los besos de esa tía-abuela a la que vemos de Pascuas a Ramos, como esa una gripe estacional a la que estamos acostumbrados. Lejana como el país dónde se originó.

     Como si se tratara de un gadget comprado en Aliexpress, teníamos asumido que el cartero tardaría más de 4 semanas en aparecer con nuestro paquetito desde Wuhan. Pero ha venido de repente, y por mucho que algunos científicos levantaron la voz de alarma, aquí nos lo tomamos con la misma seriedad que nos tomamos la mayoría de las cosas. Haciendo memes y enviándolos por WhatsApp.

     Nuestro Gobierno empezó a emitir tímidos comunicados y someras restricciones. Nos pidió quedarnos voluntariamente en casa, pero nos creíamos tan inmunes que hubo quiénes se saltaban el encierro para salir a hacer deporte por la calle, llevar a los niños a los columpios, pasar el día en la montaña... Le habíamos perdimos el respeto. De poco servía que los médicos insistieran en que nos quedásemos en casa, que íbamos a colapsar el sistema sanitario. Se veía como algo exagerado y sin demasiado recorrido. Qué equivocados estábamos.

     En medio de la incredulidad se erigió Fernando Simón como portavoz de la Ciencia en nuestro país. Un hombre de sobrado y demostrado talento, que nos explicó con manzanas y con peras el motivo del confinamiento. Pero ni con esas se libró del meme.



     A día de hoy, 9 de Abril, después de más de cuatro semanas de confinamiento, las tres últimas en Estado de Alarma, con más de 152 mil casos diagnosticados y más 15 mil muertos, la cosa da bastante más que respeto. Así pintaba el Centro de Madrid un Jueves Santo a las 9 de la mañana:

No, no es Abre los ojos

     Apenas pisamos la calle, y cuando lo hacemos, es con plena desconfianza. Y es que en cinco semanas hemos pasado de hacer la compra codo con codo, a hacerla con un cupo por supermercado con unas medidas higiénicas excepcionales y con colas en la calle, separados entre nosotros a casi 5 metros.

     Y es que, pensando que los demás puedan estar infectados y con el claro objetivo de no llevar el virus a tu familia, la distancia social de dos metros recomendada por las autoridades sanitarias se queda corta. 

     Vale, la foto actual la tenemos clara, así como las recomendaciones: Salir con guantes, no tocarnos la cara, no toser ni estornudar en la mano. Algunos van más allá y recomiendan 'lavar' la compra según llegamos a casa con una solución de agua y jabón o incluso lejía...

     La gente abre la puerta de su casa con miedo. Abriendo una rendija, como queriendo evitar que se les escape la propia vida por el hueco. Pero, ¿qué va a pasar después, cuándo hayamos doblegado la curva de infección y podamos salir de nuevo a la calle? ¿Bajaremos sin guantes, sin mascarilla, sin miedo? ¿Abriremos de nuevo las puertas de nuestras casas de par en par? ¿Volveremos a saludarnos efusivamente con nuestra familia? ¿Con un compañero de trabajo? ¿Nos enrollaremos con el primer desconocido en Tinder/Grindr? No lo creo.

     Nuestra sociedad habrá cambiado. Nuestros hábitos lo harán. Las reuniones de amigos y familiares nunca van a ser lo mismo. Vale, igual con el tiempo vuelves a repartir abrazos y besos en las mejillas a diestro y siniestro, pero seguro que ya a ninguno se nos olvida lavarnos las manos antes de sentarnos a comer. O durante la comida, o cuando estemos esperando los postres... 

     No hay nada de malo en tenerle respeto al virus. Tampoco si en algunas ocasiones sentimos desconcierto, incluso miedo. 

     Como dice la canción de La Oreja de Van Gogh -a los que, por cierto, no se les recuerda otro éxito posterior al 11-M-: Volveremos a juntarnos, volveremos a brindar...

     Con el tiempo es probable que no volvamos a salir a las 8 a nuestras terrazas a aplaudir a los sanitarios, militares, Fuerzas de Orden, conductores de transporte público, trabajadores de los supermercados, de la limpieza, empresas y particulares que están fabricando máscaras y protecciones y, en general, a todos los que están cuidando de nosotros. Pero no les olvidemos. Muchos de ellos estaban antes de la irrupción del coronavirus, lo siguen estando ahora y lo seguirán estando después. 

     Entonces será el tiempo de exigir y de recordar. Exigir mejores condiciones para todos ellos. Sobre todo los sanitarios, quiénes podrían aprovechar la coyuntura para hacer una huelguita que les mejore sus contratos, y aquí están dando el callo.

     Y recordemos, que fueron ellos, y no los putos futbolistas, quienes nos mantuvieron con vida. Algunos incluso se la dejaron en el camino.



Palabra de Menda.

Nota del autor: La historia de Nancy Lasuzzo es real. Me he tomado alguna licencia, pero @nrdg08 pasó unos momentos regulares sumergida en aquella jaula. Dudo que se vuelva a acercar a menos de dos metros de un tiburón blanco otra vez...