Y bueno le hicieron...


Todos los días aprendemos algo nuevo.

     No puede haber una afirmación más sabia que esta, exceptuando quizá la de que un buen día te lo puede estropear el primer gilipollas con el que te cruces. De todas formas no seré yo quien añada un nuevo punto de pesimismo a la maltrecha situación actual, o al menos de manera premeditada.

     Los españoles dividimos nuestro tiempo diario en la cama, el ocio y la cola del INEM (o en el trabajo, los más afortunados). De nuestro historial laboral, siempre estará destacado el primer empleo, por todo lo que simboliza. En el lugar dónde uno pierde la virginidad profesional se aprenden muchas cosas. 

     Particularmente el mío me enseñó mucho, y muy rápido además. El primer día ya me di cuenta de que me habían tomado el pelo: No puede ser que a una persona que va a coger el teléfono para dar un soporte plano en un ServiceDesk y al que vas a pagar la miserable cifra de 12.000 € brutos/año, le obligues a ir en traje. Me gasté más en un traje que lo que probablemente ganaría en unos días de tormento. Pero ese dinero estaba bien pagado, no como el sueldo de mi coordinadora, por cierto.

     Salvo algunas triquiñuelas de escaqueo que destilaban los más veteranos, poco más me llevé, aparte de un montón de buenos amigos y en particular la amistad de un pucelano más majo que las pesetas: Felix García. Felix era un buen tipo, siempre te ayudaba y siempre con una sonrisa. Era un buen trabajador y no tenía un pelo de tonto. No duró demasiado en el proyecto, claro. El último día nos regaló una frase que no he podido olvidar ("Morry Crismas!!!" No, ese fue Sergio Ramos): "Otro vendrá, que bueno me hará."

     Algo parecido tuvo que pensar Clive Arrindell. Lo entiendo, el nombre os dice lo mismo que a mí hace unos días. Seguro que os suena más si os digo que durante ocho años seguidos (1998-2005) encarnó al que todos conocemos como uno de los iconos publicitarios más importantes de los últimos años: El calvo de la Lotería.

Para ti la vida!
Para ti la vida!

     Carismático como pocos, este señor logró que todos le cogiéramos cariño sin necesidad de pronunciar una palabra. Dicen las malas lenguas que llegó a ser tan popular que su propia imagen eclipsaba el producto que anunciaba y, claro, eso no se podía consentir. Le mató la fama y puede que hoy por hoy el calvo más famoso de la parrilla televisiva sea Antonio Lobato.

     Desde entonces el Estado, en su vertiente más ludópata, Loterías y Apuestas, no ha dejado de buscar el norte en sus campañas publicitarias. Hasta este año, que lo han encontrado a base de bien.

     Para los que todavía no hayan visto esta aberración en forma de anuncio navideño aquí lo enlazo, no sin antes aconsejarles que revisen que sus altavoces no están al 100% de volumen antes de darle al 'play':


     Vaya, vaya. Cómo se le queda el cuerpo a uno, ¿verdad? Criticar la escenografía, fotografía, temática o vestuario me robarían mucho más tiempo del que dispongo y del que me gustaría invertir, por lo que nos centraremos únicamente en el reparto. Veamos, de izquierda a derecha:
  • Marta Sánchez. No hay funcionario que no la conozca ni soldado nacido en los 80 que no se haya hecho peladillas en los baños de la fragata Numancia. Qué quieren que les diga. Uno no puede vivir únicamente de su pasado. Y el presente de esta petarda se basa en un dueto con Carlos Baute y hacer valoraciones superfluas en un Talent Show musical.
  • David Bustamamante. Sinceramente, creo que no puede haber nadie en contra de este chico. Me gusta. No me gusta su música ni sonando de lejos, pero me gusta. Saltó del andamio a la televisión a base de lloros y canturreos. Madura con un físico envidiable y por lo que parece, padre ejemplar. Simpático como él solo. Aunque dicho así, bien podrían haber puesto a J.M. Aznar en el anuncio.
  • Montserrat Caballé. No lo entiendo. Con todo lo que ha sido esta señora en su larga trayectoria musical (incluso marcándose un dueto de escándalo con Freddie Mercury para las olimpiadas del 92), ¿qué necesidad tenía? Todavía no sé cómo le engañaron para formar parte de este bodrio.
  • Raphael. El cantante de las madres, vamos, de lo que viene siendo la generación de las nuestras. Un mítico. Personalmente no me gusta, pero qué sabré yo de música, si una vez me descargué el 'No cambié' de Tamara Seisdedos en el AudioGalaxy. Nunca entendí las pausas que maneja ni esa horrorosa manera de vocalizar. Tampoco entiendo por qué a una diva se le permite hacer cualquier cosa,  como ejecutar en un inglés lamentable la canción de Aquarius o destrozar de manera tan gratuita un clásico de HDS, Maldito duente:

  • Niña Pastori. Sinceramente, creo que sólo está aquí por un extraño intento de integración de la etnia gitana en el anuncio de la Lotería. No habrá hecho mejores méritos que Falete, Pitingo o Camela, y ojo, que no estoy dando ideas para años venideros.
  • La canción. De estar muerto, Elvis se retorcería en su tumba cada vez que escuchara "Aquí está la Navidad" como aberrante traducción de su hit "You're always on my mind". Y no me extraña.

Aquí está la Navidad, pon tus sueños a jugar ♫  Con dos cojones.


Palabra de Menda.